El dolor de garganta (Aaron Kunin)
El dolor de
garganta lo causa
una palabra. Lo provoca
el deseo
de una palabra,
la palabra “ella”.
Esa palabra, “ella”:
¿va a aparecer? ¿Ella
va a aparecer?
(¿Es femenina
la palabra “ella”?).
Ella es
una palabra que siempre,
sin saberlo,
tuve en mente.
En un momento, para mi vergüenza
no sabía
qué hacer
con la palabra
“ella”. Ahora, pareciera
que no conozco
más que esa
palabra. Pareciera que
todo
es femenino,
la plata es
femenina (vos estás
tan repleto
que no tenés por qué
pensar en plata.
Y tenés tanta
plata que
no sabés
lo que es saber),
saber es
femenino, y en el cielo
hasta dios es
femenino. Ya basta de
Herr Gott, de ahora en adelante,
ya basta de
señor, basta
de niño dios:
¡Se acabó! Pero, acaso,
no va a empezar
a preguntarse ella: “Si no existen
palabras masculinas,
si todo
es femenino,
¿por qué
se necesita
la palabra
‘él’? Y si esta palabra
se usa todo el
tiempo, perderá
su sentido”. Y
finalmente
ella
a lo
mejor te
diga: “Vos
sos mi niño
bueno. No
tengo
alternativa:
ningún
otro
podría reemplazarte”.