El Club del Crimen (Weldon Kees)
No hay ningún mayordomo, ni mucama suplente,
ni sangre en la escalera. Ninguna tía excéntrica,
tampoco un jardinero, ni siquiera un amigo
de la familia, sonriente entre los adornos
y la escena del crimen. Solamente una casa
suburbana, que tiene la puerta abierta. El perro
les ladra a unas ardillas mientras pasan los autos.
El cadáver, bien muerto. La mujer, en Florida.
Revisemos las pistas: ese pisapuré
adentro de un florero; los pedazos de foto
de un equipo de básquet, tirados en el hall
con los restos de un cheque; la carta a Shirley Temple
aún sin enviar; el prendedor de Hoover
en el saco del muerto; la nota: “Que te maten
así, debo decirles, no está del todo mal”.
Sorprende que aún el caso no haya sido resuelto,
y que haya enloquecido Le Roux, el detective,
que ahora se la pasa en una habitación
blanca, con una bata, también blanca, gritando
que todos están locos, y que ninguna pista
lleva a ninguna parte, o que, si no, conduce
a una pared tan alta que no se puede ver
dónde termina; grita cosas sobre la guerra,
y que nada podrá resolverse jamás.
ni sangre en la escalera. Ninguna tía excéntrica,
tampoco un jardinero, ni siquiera un amigo
de la familia, sonriente entre los adornos
y la escena del crimen. Solamente una casa
suburbana, que tiene la puerta abierta. El perro
les ladra a unas ardillas mientras pasan los autos.
El cadáver, bien muerto. La mujer, en Florida.
Revisemos las pistas: ese pisapuré
adentro de un florero; los pedazos de foto
de un equipo de básquet, tirados en el hall
con los restos de un cheque; la carta a Shirley Temple
aún sin enviar; el prendedor de Hoover
en el saco del muerto; la nota: “Que te maten
así, debo decirles, no está del todo mal”.
Sorprende que aún el caso no haya sido resuelto,
y que haya enloquecido Le Roux, el detective,
que ahora se la pasa en una habitación
blanca, con una bata, también blanca, gritando
que todos están locos, y que ninguna pista
lleva a ninguna parte, o que, si no, conduce
a una pared tan alta que no se puede ver
dónde termina; grita cosas sobre la guerra,
y que nada podrá resolverse jamás.
3 Comments:
este me conmovió
A mí también me conmovió. Y el anterior. Más: ni uno de los poemas de este autor (que desconocía por completo) que colgaste acá o allá pasó sin hacerme vibrar. ¿Se consiguen libros suyos en español?
No, Vero, creo que soy su primer traductor. Es un poeta bastante recóndito, incluso en los EEUU. De todos modos, en marzo del año que viene sale una antología en México. Traduce su servidor.
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