17.6.10

La hora tardía (Mark Strand)

Un hombre va camino a la ciudad,
mientras que detrás suyo sopla una débil brisa
que huele a tierra y al verdor desnudo de los árboles.

Él va arrastrando el peso de su pasión como si nada
hubiese terminado, como si la mujer, que ahora está en la cama
acurrucada al lado de su amante, lo siguiera queriendo.

Ella está aún despierta, y mira cómo las cicatrices de la luz
se quedan atrapadas en los cristales.
Él viene a su ventana y se pone a llamarla;

se la pasa llamándola toda la noche pero no pasa nada.
Va a volver a pasar, él va a ir a buscarla donde quiera que esté.
Se va a apostar de nuevo bajo su ventana y se va a imaginar

que sus ojos se abren en la oscuridad,
va a ver cómo se acerca a la ventana y mira para abajo.
Ella va a estar despierta una vez más al lado de su amante

y va a escuchar su voz que llega de algún lado en medio de lo oscuro.
Es la hora tardía una vez más, la luna y las estrellas,
heridas de la noche que sanan sin un ruido,

de nuevo el luminoso viento de la mañana que viene antes que el sol.
Y, finalmente, sin esperarlo ni desearlo,
el desenlace solitario y anodino.

1 Comments:

Blogger Eclipse said...

una desesperanza llana y poderosa

1:14 a. m.  

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