17.5.10

A mi hija (Joseph Brodsky)

Si tuviera otra vida, estaría cantando
en el Caffe Raffaella. O simplemente ahí
sentado. O bien de pie, como si fuera un mueble
en un rincón, si acaso esa vida resulta
ser un poquito menos generosa que la otra.

Y en parte, porque desde ahora ningún siglo
se las podrá arreglar sin jazz o cafeína,
soportaré este daño, y a través de mis grietas
y mis poros, cubierto de barniz y de polvo,
te veré en veinte años, en la flor de la edad.

Lo importante es que sepas que andaré por ahí.
O más bien que un objeto inanimado podría
ser tu padre, más aún si acaso los objetos
son más viejos que vos, o más grandes. De modo
que vigilalos siempre: te juzgarán, sin duda.

Igual, amá esas cosas, las encuentres o no.
Además, es posible que aún recuerdes alguna
silueta o un color, mientras que yo hasta eso
voy a perder con el resto del equipaje.
Por eso estos versitos un poco acartonados,
en el idioma que tenemos en común.