Principios de invierno (Weldon Kees)
La remembranza del verano es la conciencia del invierno.
Sentado, o caminando, o simplemente de pie, inmóvil,
ganándome la vida, o contemplando cómo cae la nieve,
recuerdo el sol en las veredas de un lugar más cálido;
un hotelito, las facciones de una chica muerta;
en estas cosas pienso, a mayor altitud, mirando al oeste.
Pero hace frío en la habitación y las palabras de los libros son frías;
y preguntarse si obtenemos lo que merecemos es absurdo,
y no ofrecen respuesta ni el ruido de una puerta sin pestillo que el viento
hace vibrar, ni el ruido de la nieve sobre los tejados, ni el resplandor
del sol de invierno. Lo que aprendimos no es lo que nos enseñaron.
Miro la nieve, busco a tientas el latido que no está.
Sentado, o caminando, o simplemente de pie, inmóvil,
ganándome la vida, o contemplando cómo cae la nieve,
recuerdo el sol en las veredas de un lugar más cálido;
un hotelito, las facciones de una chica muerta;
en estas cosas pienso, a mayor altitud, mirando al oeste.
Pero hace frío en la habitación y las palabras de los libros son frías;
y preguntarse si obtenemos lo que merecemos es absurdo,
y no ofrecen respuesta ni el ruido de una puerta sin pestillo que el viento
hace vibrar, ni el ruido de la nieve sobre los tejados, ni el resplandor
del sol de invierno. Lo que aprendimos no es lo que nos enseñaron.
Miro la nieve, busco a tientas el latido que no está.
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