Uno de José Ángel Valente
CON PALABRAS DISTINTAS
La poesía asesinó un cadáver,
decapitó al crujiente
señor de los principios principales,
hirió de muerte al necio,
al fugaz señorito de ala triste.
Escupió en su cabeza.
No hubo tiros.
Si acaso, sangre pálida,
desnutrida y dinástica
o el purulento suero de los siempre esclavos.
Cayeron de sí mismas
varias pecheras blancas en silencio.
Se abrió el horizonte. Sonó el látigo
improvisado y puro.
Hubo un revuelo entre los mercaderes
del profanado templo.
Ya después del tumulto
llegaron retrasadas cuatro vírgenes
de manifiesta ancianidad estéril.
Mas todo estaba consumado.
Huyó la poesía
del ataúd y el cetro.
Huyó a las manos
del hombre duro, instrumental, naciente.
que a la pasión directa llama vida.
Se alzó en su pecho, paseó en sus barrios
suburbanos y oscuros,
gustó el sabor del barro o de su origen,
la obstinación del mineral,
la luz del brazo armado.
Y vino a nuestro encuentro,
con palabras distintas, que no reconocimos,
contra nuestras palabras.
La poesía asesinó un cadáver,
decapitó al crujiente
señor de los principios principales,
hirió de muerte al necio,
al fugaz señorito de ala triste.
Escupió en su cabeza.
No hubo tiros.
Si acaso, sangre pálida,
desnutrida y dinástica
o el purulento suero de los siempre esclavos.
Cayeron de sí mismas
varias pecheras blancas en silencio.
Se abrió el horizonte. Sonó el látigo
improvisado y puro.
Hubo un revuelo entre los mercaderes
del profanado templo.
Ya después del tumulto
llegaron retrasadas cuatro vírgenes
de manifiesta ancianidad estéril.
Mas todo estaba consumado.
Huyó la poesía
del ataúd y el cetro.
Huyó a las manos
del hombre duro, instrumental, naciente.
que a la pasión directa llama vida.
Se alzó en su pecho, paseó en sus barrios
suburbanos y oscuros,
gustó el sabor del barro o de su origen,
la obstinación del mineral,
la luz del brazo armado.
Y vino a nuestro encuentro,
con palabras distintas, que no reconocimos,
contra nuestras palabras.
1 Comments:
Querido Ezequiel,
raro verte por Valente, no sabí o no recordaba que te gustase mucho. La verdad es que era tan cernudiano o más que tú. Uno de los pocos españoles que de verdad aprendió bien poesía inglesa. Espero que te vaya bonito, un abrazo desde Sevilla,
Alberto
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