Un cuchillo de piedra (James Schuyler)
26 de diciembre de 1968
Querido Kenward:
qué joyita
de abrecartas. Es justo lo que andaba
necesitando, algo
donde posar los ojos, que siempre
había querido, que equivale
a decir que se trata de algo
cuya falta sentí sin ser consciente
de ella, algo sin uso práctico
y a la vez esencial, como una caja
de botones, o mapas, cielos verdes
matutinos, islitas y canales
en un plato de avena, o el vapor
de un consomé de ostras. Ágata marrón,
veteada como un bosque
por un humo que tiene
el toque acuoso de la seda de mar,
en una rápida ensenada
de aguas contaminadas por el óxido.
Presenta líneas ondulantes
de atardecer del norte, como un Munch
sin angustia, con dejos
casi de ámbar: en nariz,
una idea resinosa, a la vista
una aguja laqueada, verde
donde no existe ningún verde, como
una imagen residual, pero presente.
Pulido como un hacha, y elegante
como un pequeño lago de montaña,
tan viril como un lingam,
el clima de noviembre vuelto piedra,
¿para qué cosa sirve
exactamente? ¿Para
abrir cartas? No, se trata de un objeto,
feroz, oscuro, hermoso,
cuya sorpresa está
en que la sorpresa, una vez
que pasó, sigue ahí para siempre:
algo que al disfrutarse
no se consume. Lo i-
rrecuperable vuelve
en un mundo marrón
fabricado en madera,
salpicado de nieve, ojo de la tor-
menta aún en piedra.
Querido Kenward:
qué joyita
de abrecartas. Es justo lo que andaba
necesitando, algo
donde posar los ojos, que siempre
había querido, que equivale
a decir que se trata de algo
cuya falta sentí sin ser consciente
de ella, algo sin uso práctico
y a la vez esencial, como una caja
de botones, o mapas, cielos verdes
matutinos, islitas y canales
en un plato de avena, o el vapor
de un consomé de ostras. Ágata marrón,
veteada como un bosque
por un humo que tiene
el toque acuoso de la seda de mar,
en una rápida ensenada
de aguas contaminadas por el óxido.
Presenta líneas ondulantes
de atardecer del norte, como un Munch
sin angustia, con dejos
casi de ámbar: en nariz,
una idea resinosa, a la vista
una aguja laqueada, verde
donde no existe ningún verde, como
una imagen residual, pero presente.
Pulido como un hacha, y elegante
como un pequeño lago de montaña,
tan viril como un lingam,
el clima de noviembre vuelto piedra,
¿para qué cosa sirve
exactamente? ¿Para
abrir cartas? No, se trata de un objeto,
feroz, oscuro, hermoso,
cuya sorpresa está
en que la sorpresa, una vez
que pasó, sigue ahí para siempre:
algo que al disfrutarse
no se consume. Lo i-
rrecuperable vuelve
en un mundo marrón
fabricado en madera,
salpicado de nieve, ojo de la tor-
menta aún en piedra.
6 Comments:
Sería bueno escribir el título y los primeros versos de la poesía en el idioma original Buen trabajo!
El título en inglés está consignado en la barra lateral, donde aparecen todas las traducciones publicadas en este blog.
Me gusta. ¿Vas a editar al menos algunas de tus traducciones? Un libro, una antología, digo.
Ojalá. Pero no tengo propuestas.
Hermoso, sale el aroma del perfume del remitente,el suave deslizar del filo de la corriente, el silencio deja escuchar de como el cuchillo de piedra hiere despacio al papel mientras le desnuda del contenido para saborear el dulce sabor de las letras.
E., ¡he vuelto a leer este fantástico poema y sencillamente quería recordarte lo increíblemente buena que es la traducción...;-)!
M.
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