Ensayo sobre Adán (Robert Bringhurst)
Hay cinco posibilidades. Uno: Adán se cayó.
Dos: lo empujaron. Tres: saltó. Cuatro:
apenas con mirar el precipicio se sumió en el silencio.
Cinco: a Adán no le pasó nada digno de nota.
La primera, que se cayó, es por demás simplista. La cuarta,
el miedo, la hemos descartado tras someterla a examen. Y la quinta,
que no le pasó nada, es aburrida. Nos queda decidir entonces
si saltó o lo empujaron. Pero la diferencia entre estas dos hipótesis
depende sólo de si los demonios
actúan desde adentro hacia afuera o de afuera
hacia adentro: la única
pregunta teológica.
Dos: lo empujaron. Tres: saltó. Cuatro:
apenas con mirar el precipicio se sumió en el silencio.
Cinco: a Adán no le pasó nada digno de nota.
La primera, que se cayó, es por demás simplista. La cuarta,
el miedo, la hemos descartado tras someterla a examen. Y la quinta,
que no le pasó nada, es aburrida. Nos queda decidir entonces
si saltó o lo empujaron. Pero la diferencia entre estas dos hipótesis
depende sólo de si los demonios
actúan desde adentro hacia afuera o de afuera
hacia adentro: la única
pregunta teológica.
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