27.12.05

Martes

Y el cuerpo en el final se subordina,
pero no cesa. Es martes, sí, eso es un dato.
Así, no informa, ya: derrapa en negativo.
No es que no pueda verse al fin, es que no quiere.

Y el cuerpo al fin se determina a un centro.
Encuentra una conciencia exterior a los miembros.
Así, no esparce ya una piel difusa. Piensa.
No es que no quiera continuar, es que no puede.

Ni habría que menguar ni no se mengua.
Con furia que a otro lado apunta, el martes sigue
y encuentra a su silueta un poco timorata:
no es ganas de no ver, es no reconocerse.

El martes se revuelca en su aforismo.