6.8.12

Traductor invitado

AURELIO ASIAIN TRADUCE A WALLACE STEVENS




 LOS POEMAS DE NUESTRO CLIMA
  
   I
   Agua límpida en un tazón brillante,
   claveles rosas, blancos. En el cuarto
   una luz que es más bien aire nevado,
   con reflejos de nieve. Nieve recién caída
   al final del invierno, cuando vuelven las tardes.
   Claveles rosas, blancos — desearíamos
   más, mucho más que eso. Aun el día
   se ha simplificado: un tazón blanco
   de fría porcelana, frío, bajo, redondo,
   con nada más que esos claveles.

   II
   Y aun si esta cabal simplicidad
   nos liberó de todo tormento, ocultó
   el yo malvadamente compuesto, el yo vital,
   y lo hizo fresco en un mundo de blanco,
   un mundo de agua clara con brillantes orillas,
   más que eso quisiéramos, más necesitaríamos,
   más que un mundo de blancas y nevadas fragancias.

   III
   Aún persistiría la mente sin sosiego,
   de modo que quisiéramos escapar, y volver
   a lo que ha estado compuesto hace ya tanto.
   Lo imperfecto es nuestro paraíso.
   Adviértase: el deleite, en la amargura,
   cuando es tan intenso lo imperfecto en nosotros,
   son palabras erradas y sonidos porfiados.