31.3.11

Coloquio (Weldon Kees)

Bajo una luz quebrada, con un tiempo de búhos
y telarañas en el pasto al filo de las hojas,
yo me amparé en el cielo y la delgada luna
para pedirle su opinión al gato y descender
una colina herbosa; me lo encontré postrado
en la glorieta, un bulto envuelto en sombras,
peludo y somnoliento. Dije: “Traigo,
además de este plato con hígado y un poco
de queso, los tormentos habituales,
y la sorpresa acostumbrada de por qué
estamos vivos y de por qué este mundo
se adelgaza y perece, como me pasó a mí,
cribado como estoy al fondo del silencio.
¿Dónde estamos ahora? ¿Hay algo que sepamos?”.
(Ahora es otra noche y su mirada perdura).
“Dame el plato”, me dijo.
Y obtuve su respuesta, sabia como la tuya.