25.11.06

Uno de Federico García Lorca

NEW YORK

(OFICINA Y DENUNCIA)

A Fernando Vela


Debajo de las multiplicaciones
hay una gota de sangre de pato;
debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero;
debajo de las sumas, un río de sangre tierna.
Un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento o brisa
en el alba mentida de New York.
Existen las montañas. Lo sé.
Y los anteojos para la sabiduría.
Lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.
He venido para ver la turbia sangre,
la sangre que lleva las máquinas a las cataratas
y el espíritu a la lengua de la cobra.
Todos los días se matan en New York
cuatro millones de patos,
cinco millones de cerdos,
dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,
un millón de vacas,
un millón de corderos
y dos millones de gallos
que dejan los cielos hechos añicos.

Más vale sollozar afilando la navaja
o asesinar a los perros en las alucinantes cacerías
que resistir en la madrugada
los interminables trenes de leche,
los interminables trenes de sangre,
y los trenes de rosas maniatadas
por los comerciantes de perfumes.
Los patos y las palomas
y los cerdos y los corderos
ponen sus gotas de sangre
debajo de las multiplicaciones;
y los terribles alaridos de las vacas estrujadas
llenan de dolor el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.

Yo denuncio a toda la gente
que ignora la otra mitad,
la mitad irredimible
que levanta sus montes de cemento
donde laten los corazones
de los animalitos que se olvidan
y donde caeremos todos
en la última fiesta de los taladros.
Os escupo en la cara.
La otra mitad me escucha
devorando, orinando, volando en su pureza
como los niños en las porterías
que llevan frágiles palitos
a los huecos donde se oxidan
las antenas de los insectos.
No es el infierno, es la calle.
No es la muerte, es la tienda de frutas.
Hay un mundo de ríos quebrados y distancias inasibles
en la patita de ese gato
quebrada por el automóvil,
y yo oigo el canto de la lombriz
en el corazón de muchas niñas.
Óxido, fermento, tierra estremecida.
Tierra tú mismo que nadas
por los números de la oficina.
¿Qué voy a hacer?, ¿ordenar los paisajes?
¿Ordenar los amores que luego son fotografías,
que luego son pedazos de madera
y bocanadas de sangre?
No, no, no, no; yo denuncio.
Yo denuncio la conjura
de estas desiertas oficinas
que no radian las agonías,
que borran los programas de la selva,
y me ofrezco a ser comido
por las vacas estrujadas
cuando sus gritos llenan el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.

7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

hermoso

1:36 p. m.  
Blogger Diego B said...

Hola, Zaidenwerg. Impresionante este Lorca, como todo el Poeta en N. Y. Pregunta: ¿No hay un error en el tercer verso de abajo para arriba? No tengo a mano el libro, pero creo que hay algo raro.
Aprovecho para comentarte que me encanta tu bitácora. Sos un buen poeta y un enorme traductor.
Saludos

11:17 a. m.  
Blogger Unknown said...

Efectivamente, Diego, hay (había) un error en el tercer verso empezando desde abajo. Poeta en Nueva York es, en mi opinión, un libro extraordinario, con sus altibajos y excesos, pero extraordinario al fin. Gracias por lo que comentás de mi bitácora. Creo que exagerás; de todos modos, seguiré trabajando para ver si puedo achicar un poco la brecha cualitativa que señalás entre el "poeta y el "traductor" -desde ya, me importa infinitamentamente más el primer término de la comparación.

3:08 p. m.  
Blogger nohaypoema said...

Hola Ezequiel: Ya no me acordaba de ese poema. Absolutamente increíble y alucinante. Saludos. Rodrigo

9:46 p. m.  
Blogger Ruth said...

De traducción no sé mucho, pero si se percibe la música de los versos, debe estar bien. De poesía tampoco sé demasiado, pero digo que me gusta lo que leí por acá, lo tuyo y lo ajeno.

11:16 p. m.  
Blogger Unknown said...

Minerva:

¡Muchas gracias!

4:22 p. m.  
Blogger jqn valenzuela said...

que bueno! cuánto hace que no leía este poema... un año creo, antes del verano pasado. un saludo

6:47 p. m.  

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