15.9.11

VII (Mark Strand)

Te podrías burlar del esplendor de la luz de la luna,
¿pero qué sería el corazón humano si deseara
sólo la oscuridad y no quisiera nada en esta tierra

sino la tinta de los mares o la negra sombra de las rocas?
Arrojarse una noche de verano hacia el vacío
plateado del aire y contemplar los campos pálidos

mientras descansan, bajo la mirada huraña de la luna,
quedarse demorado en lo profundo de la vista y preguntarse
cómo, en esta blancura, lo que amás está

más allá de la pena, y cómo en ese valle dilatado de tu mirada
crece la esperanza, y ahí, bajo el lejano
y apenas perceptible fuego de todas las estrellas,

sentirte despertar al cambio, como si tu cambio
fuera inmenso y figurara en los anhelos celestiales.
Y sin embargo, todo lo que querés es levantarte de la sombra

de vos mismo y ponerte al calor refrescante de una noche de verano
cuando brilla la luna y hasta la tierra misma
está cubierta y en silencio en su sueño de piedra.