Uno de Alejandro Albarrán Polanco
EL AFILADOR
Un poema que sea un afilador cruzando la avenida sonando su
sicú. “El afilador”, gritará una niña, corriendo por el pasillo
de su casa para avisarle a su mamá. La madre, seguramente,
le dará a la niña los cuchillos que ya no cortan, los que
esperan en un cajón en la cocina. Alguien en esa casa, antes de
dormir, pensará en el filo. En los cuchillos dentro de un cajón
especial en la cocina. Y ese pensamiento será oscuro, pero
habrá un brillo repentino, el del cuchillo, el de los cuchillos,
un brillo como una escena de cine: oscuro, oscuro: brillo.
Su cabeza entonces estará repleta de cuchillos sin filo. Su
cabeza será el cajón de la cocina. Pensará en el precipicio.
Pensará en saltar. Siempre me he imaginado el filo como un
límite. “Estás al filo de…”, ¿al filo de qué? Del precipicio.
Será por los desfiladeros. Entonces me veo parado en el filo de
una montaña o de un edificio, me veo parado en el borde de un
cuchillo. Entonces me imagino la caída. Allá voy, de espaldas
y sin ojos, voy cayendo. ¿Vienes conmigo? A veces quiero
que los poemas sean un afilador cruzando la avenida sonando
su sicú, para salir corriendo por los pasillos de la casa vieja
de mi madre, para que ponga en mis manos los cuchillos, los
que guardaba en un cajón especial en la cocina, y dárselos al
afilador y regresar a casa, y acostarme, y quedarme ahí, en mi
cama, con mi cabeza oscura, imaginando el brillo.
2 Comments:
Es un texto demasiado hermoso, demasiado sonoro... y resplandeciente.
Santo cielo, nunca más podré decir "echar filo". Acabo de desafiliarme de esa frase.
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