1.12.11

Uno de Luis Felipe Fabre

VILLANCICOS DEL SANTO NIÑO DE LAS QUEMADURAS



...entre los referidos de que se hizo justicia se halló vn yndio ladino y de buena razón el qual era casado y un día que se halló con su muger aviendo tenido con ella acto carnal de rabia que no hubiera sido con el hombre con quien se comunicava nefandamente cogió vna vela y pegó fuego a un Sancto Niño Jesús que tenía en un altar junto a su cama al qual se le quemó la cara y las espaldas y se le yncharon los brazos y se le llenó el cuerpo de cardenales y el fuego hizo en él los mismos efectos que si hubiera sido en carne humana como pareze de los testimonios que remito a VM y porque quando Jesucristo Nuestro Señor nació murieron todos los sométicos como refieren algunos sanctos...


Don Juan Manuel de Sotomayor,
Carta a Felipe IV, 19 de noviembre de 1658








1


Dónde
estará María: Aurora
que no llega: dónde, que todo es sombra
salvo por una llama que se pasa la noche en vela.

Ve la vela: parpadea:
ay, que se apaga, ay, que se enciende:
escúchala: chisporrotea: tea, tea que en este altar
apenas alcanza a iluminar la mitad de un Niño de madera:

un Santo Niño Jesús
mitad estatuilla y mitad secreto,
mitad bulto

y mitad tiniebla,
mitad nacido y mitad naciendo
hasta que llegue la Aurora y lo alumbre entero.

Pero dónde estará María
que el Nacimiento
no se completa: dónde el Alba que no rompe:

la vela se pasa la noche llorando cera.







2


Miren, escuchen, atiendan:

el indio Miguel de Urbina,
de rabia

de yacer
con su mujer y no con el hombre
con el que se comunicaba nefandamente,

toma una vela y prende fuego
a un Niño Jesús de madera.

Miren:
una vela encendida: pincel de flamas.

Sírvele al indio Miguel
el Niño
Jesús de lienzo

donde copiar
los incendios de amor que el corazón le llagan.

Escuchen:
el indio Miguel
empuña una vela: la vuelve daga.

Atiendan:
empuña una vela:
le prende fuego al Niño: lo vuelve lámpara.

Y el Niño le ilumina
un destino:
miren:

el Niño
se vuelve espejo
donde el indio Miguel se mira,
ay, ardiendo entre futuras llamas.




3


Vayamos, pastoras, al Belén de la repisa:
pastoras, deprisa: al Niño fuego prendamos.

Que venga La Zangarriana, que venga
La Morosa y que Señora la Grande
venga: que vengan

La Estampa, La Luna, Las Rosas,
La Martina de los Cielos, Cotita de la Encarnación
y La Conchita:

que vengan los pastores descarriados: los pastores
que se visten de pastoras: que vengan
las pastoras

vela en mano
a encender la Estrella de la Venganza:

vayamos, pastoras, al Belén de la repisa:
pastoras, deprisa: al Niño fuego prendamos:

Santo Niño de madera, Santo
Niño de caña:
Jesús

te dicen
mas en aqueste incendio
ya nomás te llamas llamas.

Santo Niño de lumbre: Centella de nuestra Rabia.
Santo Niño de tizones, Santo Niño de flamas:
a ver si así comprendes
a las que ardemos
de ganas.

Con llamas, con lumbre, con tizones, con flamas:

vayamos, pastoras, al Belén de la repisa:
pastoras, deprisa: al Niño fuego prendamos.







4


¡Fuego!
En vez de trompetas,
cornetas, sacabuches, suenen
en este villancico, arcabuces: suenen:

¡Fuego, fuego, fuego!

Disparen
angélicas milicias: publiquen
por los aires, con salvas, con albas,
seráficas escuadras, las nuevas de este infierno:

¡Fuego, fuego, fuego!











5


Hagan plaza, hagan plaza,
y que el tocotín
del indio Miguel ya comience,

comience ya
en el brasero su danza: hagan plaza,
hagan plaza, comience el tocotín

aunque el indio
Miguel no lleve en los tobillos
caracoles ni sonajas

bástenle de sonoras alhajas grilletes y cadenas.

Miguel cuiloni,
Miguel tecuilontiani,
pues cuiloni, pues tecuilontiani,

les nombran los naturales

al puto que padece y al puto
que lo hace,
traduce el fraile.

Hagan plaza que ya llegan
los matachines con sus bizarrías.

Cuiloni, chimouhqui, cucuxqui.

Hagan plaza, hagan plaza.

6


Apagada ceniza, cuajos de tiniebla,
entre hielos negros
yace,

oscuro incendio vencido,
un Niño
Jesús de madera:

una estatuilla
que siendo sólo arte y materia
inerte, humano

ardió, corazón prestado,
de amor
y furia ajenos.

Miren sus hinchazones, sus cardenales,
sus quemaduras:

miren
que el Niño Jesús se ha vuelto
el relicario de un gesto.

Cuajos de tiniebla, ceniza apagada,
entre hielos negros
yace

un corazón maltrecho:
¿qué pecho le dará posada?