Futilidad en Key West (Mark Strand)
Estaba recostado en el sillón, a punto de dormirme, cuando me imaginé de pronto un muñequito dormido en un sillón igual al de mi casa. “Despertate, hombrecito, despertate”, grité. “La que vos esperás ahora está surgiendo del océano, ataviada de espuma, y enseguida va a estar en tierra firme. Debajo de sus pies el jardín melancólico brillará de verdor, y soplará una brisa suave como el aliento de un bebé. Despertate, antes de que este ser de las profundidades desaparezca y todo quede en blanco, como el sueño”. Con qué fuerza intenté despertar al hombrecito, con qué fuerza dormía. Y aquella que surgió desde el océano, pasado su momento, qué fuerza cobró ahora: qué fuerza en esos ojos incendiarios, ese pelo incendiario.
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