28.11.11

Una canción de amor (William Carlos Williams)

¿Qué tengo yo para decirte
cuando nos encontremos?
Y, sin embargo,
estoy acá acostado y pienso en vos.

La mancha del amor
se cierne sobre el mundo.
Amarilla, amarilla y amarilla,
va comiendo las hojas
y mancha de azafrán
las ramas puntiagudas que se inclinan
pesadamente
contra un terso cielo púrpura.

No hay luz,
sólo una mancha espesa como miel
que va goteando de una hoja a otra
y de una rama a otra
y arruina los colores
del mundo entero.

Estoy solo,
y el peso del amor
me ha alentado hasta hacer
que mi cabeza pegue contra el cielo.

¡Mirame!
Chorrea néctar de mi pelo;
los estorninos lo transportan
en sus alas negras.
Mirame, finalmente
mis brazos y mis manos
están ociosos.

¿Cómo puedo saber
si alguna vez voy a volver a amarte
como te amo ahora?

24.11.11

Aedh habla de la belleza perfecta (W. B. Yeats)

Oh, párpados de palidez como de nubes,
ojos que el sueño ha vuelto opacos, los poetas
trabajan cada día en pos de construir
la belleza perfecta con rimas; sin embargo
todo lo vencen una mirada de mujer
y la progenie ociosa de los cielos: por eso
mi corazón se va a inclinar, cuando el rocío
sean gotas de sueño y hasta que Dios incendie
el tiempo, ante los astros ociosos y ante vos.

21.11.11

Uno de Pedro Poitevin

SER A MARES




Ánimo. Y, de sal, la musa leve
remata, se desata, me marea.
Rayo ave, un anular acá desea.
Raya, niña de sal, ser a las nueve
Satán o su saeta. Ser amor,
oca, velero. Ser gala de veras,
oro y amor casero, las aceras,
areca, sal. Oré sacro mayor.
Osaré. Ved al agresor: eleva
coro, mares. Atea su sonata,
se ve. Un salar es. La sé dañina.
Ya rae seda cara, luna nueva.
¿O ya raerá? Me mata. Se desata,
Me revela su mal: la sed. ¡Y omina!

17.11.11

Traductor invitado

PAULA ABRAMO TRADUCE A GREGÓRIO DE MATOS



A LOS PRINCIPALES DE BAHÍA, LLAMADOS CARAMURÚS

¿Hay cosa como ver un Paiaiá
muy preciado de ser Caramurú,
descendiente directo de Tatú,
y cuyo torpe idioma es cobé pá?

Por línea femenina es carimá
Moqueca, piritinga, carurú,
puré de puba y vino de cajú
pisado en un pilón de Piraguá.

Por masculina es un Aricobé,
a cuya hija Cobé un blanco Paí
poseyera en el monte de Pasé.

El blanco era un ladrón que vino aquí
y ella es una india de Maré
Cobé pá, Aricobé, Cobé, Paí.

14.11.11

Uno de Alejandro Mendez

UN CUÁQUERO EN LA CORTE DE LOS MILAGROS



La educación sentimental
fue un título con abandonos documentados.

La educación sentimental
fue pura vocación crónica y automedicación.

La educación sentimental
requirió posgrados y maestrías.

Sentimental,
la ambición por el mar proclamada desde la orilla.

Sentimental,
la disposición del repertorio de nombres propios.

Sentimental,
la nota más alta en el karaoke.

Mi educación sentimental
fue como el grito de guerra de los esquimales,
en silencio.

Mi educación sentimental
fue como el rezo secreto de los ateos.

Mi educación sentimental
fue como el ave fénix, pero mis hombros
no cargaron el cadáver de mi padre.

Educado
con el metrónomo de las pasiones menores.

Educado
en la creencia del dios de la simetría.

Educado
para mirar el Rubicón sin cruzarlo.

Una educación sentimental
para poder contarla y despuntar el vicio por los aforismos.

Una educación sentimental,
ahora que la lírica está muerta y hay déficit de laúdes.

Una educación sentimental
revisionista y autoindulgente para llorar a secas.

Sentimental,
la mano que escribe ajena al cuerpo que la sostiene.

Sentimental,
aun leyendo los diarios o sacando la basura.

Sentimental,
en los 0.4 segundos de la sístole y otros tantos de la diástole.

Tuve una educación sentimental
con temblores como un cuáquero del siglo XVII.

Tuve una educación sentimental
jacobina en las despedidas y garantista en el placer.

Tuve una educación sentimental
supersticiosa a la manera de los pigmeos.

Fui educado
por la didascalia homoerótica de mis tías.

Fui educado
en el dojo de un cinturón negro
para aprender a caer con elegancia.

Fui educado
para ser paciente como un filólogo
con su piedra Rosetta.

Sentimental,
por las mañanas separando las hebras del té.

Sentimental,
el tarareo del estribillo de esta canción.

Sentimental,
la diáspora de amantes.

10.11.11

Uno de Carlos Schilling

Comienza la canción del carnicero...


Comienza la canción del carnicero,
sin que nada la anuncie, sin que suenen
tambores o cornetas en los campos
de nadie, sólo arranca, como un grito,
como un ladrido, como una plegaria,
y la mejor manera de cantarla
es mantener la boca bien cerrada
si se pretende conservar la lengua
y no perder los dientes: Corto carne
con cuchilla/ y también los huesos corto,/
solo con mi puñal corto/ la vaca
que mejor chilla./ Negra sangre siempre
mana/ el caballo destripado,/ negra
y con gusto pesado,/ como el beso
de una hermana./ Que nadie con su voz
nombre/ el cadáver en la mesa,/ ni

pregunte cuánto pesa/ ya sin vísceras
un hombre. La canción encuentra siempre
su propia forma de seguir latiendo
más allá de sí misma, más allá
de mugidos, silbidos y chillidos,
cuando la voz del carnicero baja
y se vacía toda en el silencio,
como si preparara el escenario
para que sus cuchillos hablen solos
sobre el cuerpo de nadie: Ya sabemos
cortar hueso / y sabemos degollar;/
digan si quieren gozar/ más profundo
nuestro beso./ No somos uno ni
tres,/ no somos tan sólo brillos,/ no
somos simples cuchillos,/ somos tu
propio revés... Se dice que jamás
termina la canción del carnicero.

7.11.11

Uno de Bernardo Schiavetta

ESCRIBA DEL ESPEJO


si con amor de espejo ama el escriba
lo que escriba envía a su reflejo
se transcribe y se aviva en el espejo
que así esta carta le devuelve donde
su fiel reflejo al punto le responde
“AVIVA Y AMA YA” “AY AMA Y AVIVA”
su fiel reflejo al punto le responde
que así esta carta le devuelve donde
se transcribe y se aviva en el espejo
lo que escriba envía a su reflejo
si con amor de espejo ama el escriba

3.11.11

Un poeta a su amada (W. B. Yeats)

Yo te traigo con manos reverentes
los libros de mis sueños incontables,
blanca mujer que la pasión gastó
igual que gasta a las arenas grises
como palomas la marea, y con
el corazón más viejo que aquel cuerno
lleno del fuego pálido del tiempo,
blanca mujer de sueños incontables,
yo te traigo mi rima apasionada.