30.5.13

Ahora no hay puerto (Anne Carson)

En la antigua batalla de la respiración contra la muerte, queda un sueño más.
Aceptamos la oferta por la casa.
En la suma de las partes,
¿dónde están las partes?
En silencio (ahí) esperan las hojas, las ventanas.
La soga de tender, sin ropa, corta la noche inclinada.
Y llorando la pérdida de sus vestidos de luces celestiales,
ángeles y desechos gritan al trasponer nuestra verja aún cerrada.

27.5.13

Esa fuerza (Anne Carson)

Esa fuerza, madre: excavada. Martillada, encadenada,
ennegrecida, resquebrajada, sollozante, tirada
entre gemidos, martillada, martillando el hocico
para huir de la muerte. Atornillada y maldiciente,
a cucharada limpia y a diente pelado. Cuchillo. In-
sanguinable sobre huesos molidos
esa fuerza, madre,
se detuvo.

23.5.13

Nuestra fortuna (Anne Carson)

En una casa, cuando cae la noche, la última enseñanza de una madre
arruina al occidente y bloquea todo ese comercio.
Mirá hacia el interior de las ventanas de noche, verás gente de pie.
Somos nosotros, que teníamos una excusa para estar adentro.
Se hizo de día, cortamos la fruta (cortamos
el árbol). Ahora estamos afuera.
He aquí una deuda
paga.

20.5.13

Noche de hockey en Canadá (Lisa Jarnot)


Oh Canadá, hoy estás tan melancólica
y yo también, y acá está el gigantesco avión metálico
que llena el cielo sobre la losa radiante de mis
sueños, junto a las decisiones que hay en medio
de la quietud entre nosotros

y vos también pensás en los hibiscos
al lado de tus rutas, holandeses, como bolsas de zanahorias
aún heroicas, envueltas en nieve, en las minúsculas
pantallas que te lo muestran, vecino
que respira, vivo, dormido, bajo la superficie
del hielo, sobre la luna en su profunda plata.

16.5.13

Para la nación (Lisa Jarnot)


Inconsolable como estoy,
como lo está el trirreme,
igual que lo indecible,
lo incomible, y los
borrachos matutinos,
tan insoluble como las palabras
mente y civilización,
romántica incurable
como el poema o la
sopa de pollo, esqueletos
de pollo hechos pedazos por
poetas, esqueletos de poetas
hechos pedazos por la guerra,
felices fiestas,
como dicen, gramática
estropeada y ovejas
masacradas, rumbo al barco,
hacia la categoría de los grandes
pájaros de tormenta, de la mente, de
la desdicha, de la frase
amable y familiar, totalmente insolvente,
con proa a sotavento,
con proa persistente hacia la luz
envuelta en una hoja amarga.

13.5.13

El puente (Lisa Jarnot)


Que hay cosas que jamás podrán volver a ser iguales
en mi cara, las casas o la arena, que nací bajo el signo
de la oveja, que al igual que Abraham Lincoln yo soy seria
pero también me falta valentía,

Que desde este jardín estuve componiendo un gran discurso,
que escribo sobre mí, que es bueno ser poeta, que parezco
el dibujo de una casa hecho a lápiz por un chico,
que, curiosamente, lo extraño, y mi cabeza no está sobre las Pléyades,
que amo el mar y su espuma contra el cielo,

Que estoy estornudando como un león en el jardín que conoce
los lirios de su Nilo, imágenes lejanas, desayuno, una bandada
de pájaros, gorriones desde el cielo,

Que no soy el marido de Casiopea, que no soy el pez
del sur, que no soy la última poeta de la civilización,
que si quiero salir a caminar y encontrarme de pronto
bajo un tramo de árboles, cansada, que esta vida es la vida que tenía,

Que, curiosamente, extraño el ruido de la lluvia
en el tejado y también todo Oakland, que extraño el ruido de
los gorriones que se arrojan desde el cielo, que hay chispas tras
mis ojos, en la radio, y el ruido de arenadoras a lo lejos,
y el desayuno, cada instante de él, geométrico, humo
desde la chimenea de los árboles donde era chica,

Que en enero, lo conocí en un bar, después nos fuimos
juntos, que había un limonero en el jardín de atrás
y una cafetería, donde salimos a besarnos a la calle,

Que nunca estuve ahí, curiosamente, y que nunca fue
igual, la isla entera, o las pinturas de los astros,
paternalmente, atados a gorriones que se arrojan desde el cielo,

Oh marco traqueteante en el que estoy, estoy donde aún hay
estos encargos en la noche, recordar la textura
de las hojas de las acacias blancas en agosto, a la
luz de la luna, redondeadas, a través de una ventana en las colinas,

Que si me quedo bajo la estrella polar en esta armonía
de grillos que van a cantar, el ruido de los pájaros sobre los mosquiteros,
los ojos bien abiertos de su forma de búho inmóvil en lo oscuro.
azules, verdes, con esquirlas del Pacífico,

Que no sé dé que sueños me trajeron,
enviada al mundo sin la bendición de un beso, tras los
sauces, junto a los pensamientos oscurecidos en la terraza
al lado de los barcos, que se mecen, escribí esto en la espalda del
cielo, con una remerita amarilla, cerca del reptiliario,
mamífera, tamaño no mayor que la manada,

Que yo escribí la historia de la guerra que se libró entre el
sur y los peloponesios, que me encanta correr por
shopping centers, que también aprendí a dibujar, habiendo caído
aquí, como la lluvia cae sobre las cosas, sobre el
suelo, al lado de los establos rotos, junto a las vías del ferrocarril,
a la orilla del mar, yo, Tucídides, habiendo escrito esto, habiéndome
criado cerca del mar.

9.5.13

De "Mi cuaderno terrorista" (Lisa Jarnot)

Así empieza mi cuaderno terrorista: va a hablar de terrorismo todo el tiempo. Cuando era chica, debería haber volado el World Trade Center para que me prestaran un poco de atención. Me cansé de ser buena. Ya fue ser buena. Me quiero ir a vivir con Osama a una cueva y dormir en el piso de la cueva. Y le quiero arrancar a la gente los ojos con la antena de su celular. Capaz me sentiría mejor si hiciera más gimnasia. Muy pronto se me va a acabar la plata, y ése va a ser el fin de mis actividades terroristas. Tenemos un problema, nosotros, terroristas, que vivimos en cuevas, hacer volar el resto de los muchos ratones embarrados, lanzarlos de la cola arratonada por sobre la cabeza de sus madres ratonas, no te muevas, mirá, la luna arratonada, mamá de los ratones, ahora mirá la luna arratonada.

6.5.13

Sobre lo sublime (Lisa Jarnot)

Les encantaban estas cosas. Jirafa,
les encantaba la jirafa. Les encantaba el
concepto del tapir. Les encantaba él,
innominado por completo. Les encantaba
la competencia y les encantaba la
abrochadora de metal oscuro. Les encantaba
seguir la trayectoria del
armadillo. Les encantaba hablar
del plancton. Y también les encantaba la niebla.