La tapia del jardín (Denise Levertov)
Ladrillos de la tapia,
tanto más viejos que la casa misma,
extraídos –supongo- de una granja
que tiraron abajo para construir la calle,
angostos ladrillitos de otro siglo.
Hecha con parapetos y paneles,
de todas formas es
una modesta tapia tras las flores:
rosas y malvarrosas,
las vainas color plata del lupín,
el flox de sabor dulce
y la lavanda gris,
que nadie ve;
pero yo descubrí
los colores ocultos de la tapia,
que despertaron cuando rocié con la manguera
su áspera superficie:
un rojo indefinido,
un dorado con vetas,
un malva salpicado
por unas tenues sombras,
surgido del callado y reseco marrón:
arquetipo del mundo
un paso siempre más allá del mundo,
que no puede buscarse, solamente
encontrarse
extraviando la mirada.
tanto más viejos que la casa misma,
extraídos –supongo- de una granja
que tiraron abajo para construir la calle,
angostos ladrillitos de otro siglo.
Hecha con parapetos y paneles,
de todas formas es
una modesta tapia tras las flores:
rosas y malvarrosas,
las vainas color plata del lupín,
el flox de sabor dulce
y la lavanda gris,
que nadie ve;
pero yo descubrí
los colores ocultos de la tapia,
que despertaron cuando rocié con la manguera
su áspera superficie:
un rojo indefinido,
un dorado con vetas,
un malva salpicado
por unas tenues sombras,
surgido del callado y reseco marrón:
arquetipo del mundo
un paso siempre más allá del mundo,
que no puede buscarse, solamente
encontrarse
extraviando la mirada.