23.2.09

Traductor invitado

SILVINA OCAMPO TRADUCE A GÉRARD DE NERVAL


EL DESDICHADO

Yo soy el tenebroso -el viudo-, el desolado
Príncipe de Aquitania del castillo abolido;
mi única estrella ha muerto, -mi laúd constelado
ostenta, melancólico, un sol oscurecido.

En noches de la tumba, tú que me has consolado,
devuélveme el Pausílipo, y el itálico mar
la flor que mi doliente corazón supo amar,
y el pámpano, en las viñas que a la rosa ha enlazado.

¿Soy Lusiñán, Birón, soy Amor o soy Febo...?
De la Reina, en mi frente, un beso rojo llevo;
en grutas donde nada la sirena he soñado...

El Aqueronte, intrépido, dos veces he cruzado:
en la lira de Orfeo modulando infinitos
suspiros de la santa, y del hada los gritos.

14.2.09

Meditación en Lagunitas (Robert Hass)

Todos los nuevos pensamientos son acerca de la pérdida.
En eso se parecen a todos los viejos.
La idea, por ejemplo, de que cada detalle
borra la luminosa claridad de una idea general. De que ese pájaro
carpintero con cara de payaso, que está horadando la corteza muerta
y ya tallada de ese abedul negro, por su sola presencia,
es una suerte de desprendimiento trágico de un mundo primigenio
hecho todo de luz indivisa. O aquel otro concepto
de que como no existe en este mundo nada
que equivalga a la zarza de la mora,
toda palabra es elegía de lo que significa.
Anoche, tarde, hablábamos con un amigo de eso,
y había en su voz un dejo de tristeza, un tono casi quejumbroso.
Después de un rato comprendí que cuando se habla de esta forma
todo termina disolviéndose: justicia,
pino, mujer, cabello, vos y yo. Pensé en una mujer
con la que hacía el amor, y me acordé de cómo, algunas veces
al agarrarle los pequeños hombros con las manos,
sentía un violento asombro ante su presencia,
como una sed de sal, del río de mi infancia,
con sus islas de sauces, la música pueril de la lancha de paseo,
las zonas pantanosas en las que capturábamos
aquellos pececitos color naranja y plata
que se llamaban peces sol. Nada tenía que ver con ella.
Anhelo, le decimos, porque el deseo está lleno
de infinitas distancias. Me parece que yo fui lo mismo para ella.
Pero me acuerdo tanto de la forma en que sus manos
partían el pan, o aquello que su padre le dijo que la había lastimado,
las cosas que soñaba. Hay algunos momentos en que el cuerpo y las palabras]
son igualmente numinosos, días
que son como la continuación de la carne,
Tanta ternura, de esas tardes y esas noches,
diciendo mora, mora, mora, mora.

6.2.09

El cuadro (Ezra Loomis Pound)

Los ojos de esta dama muerta me interpelan,
porque hubo amor allí, que no se extinguiría.
Y hubo también deseo, que un beso no calmara.

Los ojos de esta dama muerta me interpelan.

1.2.09

Lo demás (Robin Myers)

¿De qué se trata en realidad, esta necesidad de compararlo todo,
de hacer que cada cosa se parezca a otra cosa, de abrirse paso a fuerza de metáforas]
hacia un tipo de calma que no sea parecida a un andamio construido alrededor del aire, sino concretamente eso?]
Me senté en una iglesia en Masaya, Nicaragua, mientras caía la tarde,
elegí el banco por la forma en que la luz bañaba el suelo, filtrándose a través]
de los vitrales con reflejos rojos.
Pensaba, al observarla, que esa luz se parecía un poco a una mancha de sangre]
que se fuera extendiendo sobre algo blando y luego se la dejara al sol; quizá se pareciera más]
al jugo de sandía derramado sobre sábanas blancas. Pero al final,
honestamente, se parecía más a una luz roja reflejada en el suelo de una iglesia en Masaya, Nicaragua,]
mientras caía la tarde. Y te pido perdón por apartar esa luz de sí misma,]
por anunciarte que esta noche la luna es más delgada que una moneda sumergida en agua,]
por decirte que cuando te reís te parecés a un fósforo al momento de encenderse.]
Yo, si pudiera, viviría de un fogonazo cegador a otro,
si aquello no entrañara alguna forma de desesperanza, un debilitamiento
de la fe, si es que puedo tomar prestada esa metáfora; un desarmarnos a nosotros mismos como un rompecabezas,]
junto con cada vínculo que establecemos y pedimos; la plenitud, sin duda,]
es algo secundario y más penoso. Puesto que cada vez que respiramos
es en verdad igual a la vez anterior; caso contrario, tengo que creer
que eso que se transmite, se comparte, o al menos se recuerda, es hacia dónde va esa respiración,]
por qué sucede, por qué la necesito; es todo, todo lo demás.