28.2.08

Maitines (Louise Glück)

Perdoname si digo que te amo: al poderoso
siempre se le miente, porque el débil actúa
movido por el miedo. Soy incapaz de amar
lo que no puedo concebir; y vos no revelás
prácticamente nada: ¿sos como los espinos,
siempre la misma cosa en el mismo lugar,
o más inconsistente, como la dedalera, que levanta
un penacho rosado tras las margaritas,
y luego, el año próximo, uno violeta al lado de un rosal?
Seguro te das cuenta de lo inútil
que es para nosotros este silencio que nos quiere
hacer creer que sos todas las cosas, la dedalera y el espino,
la vulnerable rosa y la ruda margarita;
al final terminamos por pensar
que tu existencia es imposible. ¿Es eso
lo que vos quisieras que creyéramos,
es eso lo que explica el silencio a la mañana,
los grillos que aún no se frotan las patitas,
los gatos que, en el patio, todavía no pelean?

16.2.08

en algún lado adonde nunca fui, más allá (e.e. cummings)

en algún lado adonde nunca fui, más allá
de cualquier otra experiencia, tus ojos tienen su silencio;
en tu gesto más frágil hay cosas que me encierran,
o que al estar muy cerca yo no alcanzo a tocar

tu mirada más mínima me abrirá fácilmente
aunque yo me he cerrado como un puño,
vos me abrís siempre pétalo por pétalo
como la primavera (con toque hábil, misterioso) abre su

primera rosa, o si querés cerrarme, yo y mi vida
se cerrarán con hermosura, súbitamente, igual
que cuando el corazón de esta flor imagina
cómo cae la nieve con cuidado en todas partes;

nada que percibamos de este mundo se iguala con la fuerza
de tu intensa fragilidad: me atrapa su textura
con el color de sus campiñas,
produciendo con cada respiración muerte y eternidad

(no sé qué tenés vos que se cierra
y se abre; sólo que algo en mí entiende
que la voz de tus ojos es más honda que las rosas)
nadie, ni aun la lluvia, tiene manos tan chicas

1.2.08

Maitines (Louise Glück)

Inalcanzable padre, cuando fuimos expulsados
del Paraíso construiste una réplica, distinta
del Paraíso en una sola cosa:
estaba diseñada para darnos una lección. En todo lo demás,
idéntica: belleza en ambos lados,
una belleza sin alternativa. Salvo
que no sabíamos cuál era la lección. A solas,
nos cansamos mutuamente. Años de oscuridad
se sucedieron; por turnos
trabajamos el jardín, y las primeras lágrimas
nos colmaron los ojos al ver cómo la tierra
se empañaba de pétalos, algunos
rojo oscuro, otros de color carne.
Pero nunca pensamos en vos,
a quien estábamos aprendiendo a adorar.
Sabíamos tan sólo que no estaba
en la naturaleza humana amar únicamente
lo que nos retribuye con su amor.