31.10.06

porque te amo) la otra noche (e. e. cummings)

porque te amo) la otra noche

ataviada en encaje de mar
se apareció ante mí
tu mente a la deriva
entre alegres despojos
de perlas algas piedras y corales;

se alzó y (ante mis ojos
hundiéndose) hacia el fondo se fugó; suavemente
con tu cara tus pechos tu sonrisa
la muerte se hizo gárgaras: ahogadas otra vez

sólo para volver a cuidadosamente surgir de lo profundo
éstas muñecas tuyas
tus muslos pies y manos

preparándose
para volver a desaparecer

corriendo dulcemente y ágilmente arrastrándose
a través de mi sueños la otra
noche, todo tu
cuerpo con su espíritu flotó,
(ataviado tan sólo
en el agudo murmullo costurero de la marejada)

22.10.06

Cosas nuevas (2006)

PSYCHO KILLER


a D.

Cuánto mejor huir despavorido

––TALKING HEADS




Ese mosquito que maté
--y que vos bautizaste Psycho Killer,
por la acritud de su aguijón y la temeridad
con que logró eludir las palmas de la muerte
en la hora lenta en que la noche se recorta
inmóvil en su cima
antes de despeñarse con callada furia
contra la madrugada
y nos sopló al oído el cuerno del insomnio
hasta dejar, al fin,
sobre el revoque blanco de ese cuarto prestado,
una gota escarlata-- era el vehículo
para un pacto de sangre

que prometía que --a pesar del nomadismo,
el pánico a deshoras,
la alergia desgranada entre las sábanas,
los ciclos del deseo,
la división social del trabajo doméstico,
los breves ramalazos
de la felicidad-- habría para nosotros,
en la deriva del amor, un techo,
unos tabiques: límites precisos
donde apilar en sucesión los días.

19.10.06

Propaganda #3

Hoy jueves 19 de octubre, a las 19hs, leeré junto a Guillermo Saavedra y Hugo Padeletti en la sala Juan L. Ortíz de la Biblioteca Nacional, en el marco del ciclo DiVersos, que coordina Daniel Freidemberg. Quedan todos invitados, sean quienes fueren, si es que son.

16.10.06

Viaje al interior (Theodore Roethke)

La dilatada ruta de salida del yo
tiene muchos rodeos, sectores defectuosos aún sin asfaltar,
donde el auto resbala por el ripio,
y las ruedas de atrás quedan casi colgando en el vacío,
ante el desvío súbito que obliga a hacer la curva.
Mejor estar atento, precaverse de piedras y derrumbes.
El arroyo que corre en medio de la ruta, las lomas carcomidas por el viento, las quebradas,
los torrentes crecidos en verano por las riadas que bajan hacia el angosto valle.
Los juncos aplastados por el viento y la lluvia,
que el largo invierno agrisa, y que al fin del verano se queman hasta el tallo.
––O la ruta se estrecha,
y sube viboreando hacia el riacho con sus filosas piedras,
las tierras altas donde crecen alisos y abedules,
a través del pantano que parece vivir por sus arenas movedizas,
y un abeto caído impide finalmente continuar,
cae la oscuridad sobre los matorrales
y en las cañadas se adivina el miedo.

6.10.06

Traductor invitado

HERNÁN BRAVO VARELA TRADUCE A GERALD MANLEY HOPKINS



LA VIRGEN BENDITA COMPARADA CON EL AIRE QUE RESPIRAMOS

Aire agreste, nodrizo aire del mundo
que por doquier me anida,
que las pestañas o el cabello
ciñe; que marcha a casa entreverando
el más delgado y delicadamente delineado
copo de nieve; que con derecho está
mezclado, incógnito, y se interna
en la vida de cada cosa mínima;
este preciso pero inagotable
y preocupado elemento;
mi más que los manjares y bebidas,
mi merienda cada vez que parpadeo;
aire que, por precepto de este paso,
mi pulmón debe tomar y tomar
para alentar ahora sus elogios,
me hace memoria en muchas formas
de aquélla que no sólo
diera a la infinidad de Dios
disminuida hasta la infancia
bienvenida en el vientre y en el seno,
salida, leche y todo lo restante
sino que alumbra cada gracia nueva
que ahora espera nuestra especie—
María Inmaculada,
mera mujer, pero
cuya presencia tiene poder
mayor que en muchas diosas
sonara o se soñara; quien
esta sola obra debe realizar—
deja pasar Su gloria,
gloria de Dios que habría de dar paso
por ella y desde ella fluir
total, y de este modo únicamente.
Yo digo que nosotros estamos navegados
por todas partes de misericordia
como si fuese aire; lo mismo
con María, más de nombre.
Ella, rabiosa red, realzada túnica,
cubre al planeta pecador
desde que Dios dejó que dispensase
Su providencia con plegarias:
no, mucho más que limosnera,
es ella el dulce ser de la limosna
y los hombres deben honrarla compartiendo
su vida cual la vida con el aire.
Si lo he entendido bien,
ella manda maternidad altísima
sobre toda nuestra fantasmal fortuna
y lanza con gracia su parte
en torno al corazón latente de los hombres,
aplastando, como diluvio delicado de aire,
la danza del desahucio en su sangre;
aunque ninguna parte que no sea
sino de Cristo nuestro Salvador.
Él tomó de ella su carne:
la toma cada vez más nueva y nueva,
si bien mucho el misterio es cómo,
ya no carne sino espíritu
y erige, ¡oh Excelente!
nuevas Nazaret en nosotros,
donde ella está por concebirlo aún
de mañana, de tarde y por la noche;
nuevos Belén, y él brote
allí, de tarde, noche y de mañana—
—Belén o Nazaret,
aquí los hombres muestren respirar
más Cristo y rechazar la muerte;
quien, así nacido, viene a hacerse
un nuevo ser y un yo más noble
en uno y cada uno
muestra más, cuando termina todo,
ser el hijo de Dios y de María.
Miren de nuevo arriba
cómo el aire es azul;
¡oh cómo! No hagan nada sino estar
donde se pueda levantar la mano
al firmamento: espeso, espeso lame
los cuatro huecos que hay entre los dedos.
Pero tal sacudida de zafiro,
cargado, saturado cielo, no
manchará la luz. Sí, asómbrense:
no causa ningún daño.
Los días de un azul cristal son ésos
en que cada color brilla,
cada silueta y sombra sale.
Azul sea: este cielo azul
el siete o siete veces siete
matizado rayo de sol habrá de transmitirlo
perfecto, sin alteraciones.
O si allí se asoma suave,
en cosas cautas, altas,
repunta los respiros, por un respiro más
la Tierra es la que triunfa en atractivo.
Si el aire no creara
este alud de azul y apagase
su fuego, se sacudiría el sol,
enojada y enceguecida esfera
envuelta en negrura, y todas
las densas estrellas rodarían enrollándolo,
parpadeando cual pizcas de carbón,
magma de cuarzo o centellas de sal
en mugrienta y vasta bóveda.
Así Dios fue dios de antiguo:
una madre compareció para moldear
esos miembros que son, como los nuestros,
lo que deben dejar a nuestra estrella matutina
mejor amada por el hombre;
cuya gloria desnuda cegaría
o alcanzaría al menos la inteligencia de los individuos.
Por medio de ella podemos verlo a él
más dulce, no apagado,
y la mano de la madona libra la luz
cernida para sentarle a nuestros ojos.
Sé entonces tú, oh tú tierna
Madre, mi atmósfera;
mi dichoso mundo, donde
siga el camino sin encontrar pecado;
sobre mí, en derredor, yaz
enfrentando mis ojos entornados
a un sabroso y suave cielo;
agítate en mi oído, habla allí
del amor de Dios, oh dinámico aire,
de paciencia, penitencia y plegaria:
materno aire del mundo, aire indómito,
embalado contigo, aislado en ti,
dale techo a tu hijo, corta el trecho.