Uno de Jaime Arrambide
ARS TRADENDI
I
Todos los poemas que no he escrito están aquí
en la boca de su ingente horneado,
presentes como un pan, aquí
donde toco obscenamente al otro en sus palabras
hago lo mío, vivo
sentado en el umbral de un libro
frontera que como un password
me ataja de las miásmaras del orbe:
traducir, como esperanza
como si a todos nos llamase a jugar
una campana
querer nomás el bien, aunque sea poco
dibujarse un nombre falso,
y que te sea fiel.
II
Aquí hay certezas. Sucede a veces
que se ajusta la palabra, limpiamente
se desliza como llave que descorre
de memoria su cerrojo. Parusia,
inspiración: algo ajeno revelado
y que yo toco, cual gozoso metemanos
enderezo, no a mi antojo sino al
ritmo que da un trance socarrón.
Toda esta operación se da en privado.
Hay observancia de las formas, tachaduras,
el perdón que sólo dan los muertos.
Y hay algo dulce, como un sueño
que antes de partir nos besa,
dejando en nuestra almohada el porvenir.
"Has sido traducido", dijo el Bardo
a ese joven en burro transformado: has
descubierto de súbito el deseo, has
encontrado tu palabra en otro corazón.
I
Todos los poemas que no he escrito están aquí
en la boca de su ingente horneado,
presentes como un pan, aquí
donde toco obscenamente al otro en sus palabras
hago lo mío, vivo
sentado en el umbral de un libro
frontera que como un password
me ataja de las miásmaras del orbe:
traducir, como esperanza
como si a todos nos llamase a jugar
una campana
querer nomás el bien, aunque sea poco
dibujarse un nombre falso,
y que te sea fiel.
II
Aquí hay certezas. Sucede a veces
que se ajusta la palabra, limpiamente
se desliza como llave que descorre
de memoria su cerrojo. Parusia,
inspiración: algo ajeno revelado
y que yo toco, cual gozoso metemanos
enderezo, no a mi antojo sino al
ritmo que da un trance socarrón.
Toda esta operación se da en privado.
Hay observancia de las formas, tachaduras,
el perdón que sólo dan los muertos.
Y hay algo dulce, como un sueño
que antes de partir nos besa,
dejando en nuestra almohada el porvenir.
"Has sido traducido", dijo el Bardo
a ese joven en burro transformado: has
descubierto de súbito el deseo, has
encontrado tu palabra en otro corazón.