2.2.06

Uno de Francisco Garamona

Recordábamos sentados o un poco más lejos,
abismos que la luz leía, suaves planos
donde desnudos nos miramos al espejo.
Era el alba clara, cuando la chica seca
su vestido contra la estufa, y en el cuarto
se despeja una energía azul de primer día.
Las calles de agosto con un viento abdominal,
tardío; que roe los parques, los juegos
vistos desde la ventana del colectivo.
Recordábamos, dejábamos rodar el tiempo
en un declive dulce, prolongado;
como ciertas drogas que tallan
en los huesos la cifra de un récord.

1.2.06

Miércoles

La casa es grande, el corazón encoge.

Y ya no queda nada por limpiar.