Feria rural (Charles Simic)
Si no viste a ese perro de seis patas,
no importa.
Nosotros sí: se la pasaba echado en un rincón.
A esas dos piernas más,
uno se acostumbraba
enseguida y pensaba en otras cosas,
como en que hacía demasiado frío y estaba muy oscuro aquella
noche
para estar en la feria al aire libre.
Después el cuidador le tiró un palo
y el perro fue tras de él
en cuatro patas, con las otras dos ondeándole detrás,
lo cual hizo chillar de la risa a una chica.
Se veía que estaba borracha, igual que el tipo
que no paraba de besarle el cuello.
El perro agarró el palo y nos miró.
Y eso fue todo el espectáculo.
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