Palomas al amanecer (Charles Simic)
Amigo mío, se hacen esfuerzos denodados
por ocultarnos cosas.
Algunos se desvelan hurgando en sus conciencias
y otros se desvisten mutuamente
en sus cuartos, a oscuras.
El antiguo ascensor, entre chirridos,
primero nos llevó hasta el sótano helado
para mostrarnos un balde y un trapeador,
hasta que decidió subir de nuevo
con un suspiro de exasperación.
Bajo el inmenso cielo de las primeras horas
del alba, la ciudad yace en silencio
ante nosotros. Todo detenido:
los tejados y las torres de agua,
las nubes, las volutas de humo blanco.
Paciencia, nos dijimos,
veamos si las palomas van a zurear ahora
para la que vendrá hasta la ventana
a darles bizcochuelo,
casi invisible, salvo por su brazo.
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