Mi doble erótico (John Ashbery)
Me dice que hoy no tiene ganas de trabajar.
Da igual. Acá en la sombra
tras la casa, amparado del ruido de la calle
puede uno revisar toda suerte de viejos sentimientos,
tirar algunos, guardar otros.
El intercambio de palabras ingeniosas
entre los dos se vuelve muy intenso cuando hay menos
sentimientos que puedan confundir las cosas.
¿Otra pelea? No, pero siempre las últimas
cosas que se te ocurren para decirme son encantadoras,
y me rescatan antes de que lo haga la noche. Flotamos
sobre nuestros sueños, en una balsa hecha de hielo,
atravesados por preguntas y fisuras por las que se cuela
la luz de las estrellas, que nos tiene despiertos, y pensamos en los sueños
mientras suceden. Qué ocurrencia. Lo dijiste vos.
Lo dije pero igual puedo ocultarlo. Pero elijo no hacerlo.
Gracias. Sos muy amable.
Gracias. Vos también.
Da igual. Acá en la sombra
tras la casa, amparado del ruido de la calle
puede uno revisar toda suerte de viejos sentimientos,
tirar algunos, guardar otros.
El intercambio de palabras ingeniosas
entre los dos se vuelve muy intenso cuando hay menos
sentimientos que puedan confundir las cosas.
¿Otra pelea? No, pero siempre las últimas
cosas que se te ocurren para decirme son encantadoras,
y me rescatan antes de que lo haga la noche. Flotamos
sobre nuestros sueños, en una balsa hecha de hielo,
atravesados por preguntas y fisuras por las que se cuela
la luz de las estrellas, que nos tiene despiertos, y pensamos en los sueños
mientras suceden. Qué ocurrencia. Lo dijiste vos.
Lo dije pero igual puedo ocultarlo. Pero elijo no hacerlo.
Gracias. Sos muy amable.
Gracias. Vos también.
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